Estructura social del voto de derecha en Chile
Este informe analiza el voto de la derecha chilena a partir de los resultados comunales de las elecciones de concejales 2024. A través de correlaciones con empleo, educación y religión, identifica diferencias clave entre los pactos Chile Grande y Unido y Cambio por Chile (Republicanos), mostrando cómo cada uno refleja visiones diferentes sobre género, trabajo y valores religiosos.
La elección presidencial y parlamentaria de 2025 ha generado gran interés, no solo por ser la primera con voto obligatorio, sino también porque marca un hito histórico: es la primera vez que la derecha presenta tres candidatos presidenciales, cuya intención de voto conjunta alcanza en promedio el 50% de la población. Además, dos de los tres candidatos que lideran las encuestas son de derecha: José Antonio Kast y Evelyn Matthei.
Sin embargo, se ha prestado menos atención al análisis de los partidos que respaldan a estos candidatos y los diferentes electores que ellos capturan. Para aportar claridad sobre esta dimensión, analizamos la votación de los dos principales pactos de derecha a partir de las elecciones municipales de 2024, agrupados según su configuración para 2025. Correlacionamos estas votaciones a nivel comunal con datos administrativos y del Censo 2024 para comprender mejor el perfil del electorado que apoya cada pacto.
Datos
Para este análisis utilizamos datos a nivel comunal del porcentaje de votos obtenidos en las elecciones de concejales de 2024, por los pactos que se configuraron para las elecciones de 2025. Específicamente, analizamos la votación del pacto "Chile Grande y Unido" y del pacto "Cambio por Chile" (Republicanos).
Para identificar las diferencias en la votación entre comunas, examinamos las correlaciones con variables de empleo, educación y religión. Estos tres grupos de variables capturan un espectro amplio de características sociodemográficas que pueden influir en el comportamiento electoral
Al analizar datos a nivel comunal estamos viendo la diferencia entre comunas, y por lo tanto si tenemos dos comunas con distintos niveles educacionales: una con bajo nivel de educación y otra con alto nivel de educación, la idea es determinar cuál de los dos pactos aumenta más su votación entre estas comunas. El mismo ejercicio se replica para las variables de empleo y religión.
Las variables de empleo provienen del Ministerio de Desarrollo Social y se pueden desagregar por género, lo cual resulta particularmente relevante dado que históricamente la tasa de empleo femenino ha sido más baja que la masculina. En educación, utilizamos datos del Censo 2024 sobre años promedio de escolaridad para la población de 18 años y más, también desagregados por género. Finalmente, para religión empleamos la pregunta censal dirigida a personas de 15 años o más. Esta variable solo está disponible a nivel agregado comunal, sin posibilidad de restringirla a la población con derecho a voto ni desagregar por género.
Análisis de estadísticas descriptivas
La tabla de estadísticas descriptivas revela importantes diferencias en el apoyo electoral a ambos pactos. En promedio, Chile Grande y Unido obtuvo 37,3 % de la votación comunal, con una variabilidad considerable (desviación estándar de 12,7 puntos porcentuales) que va desde un mínimo de 11,8 % en San Joaquín hasta un máximo de 90,2 % en Ollagüe. El pacto Republicano, por su parte, alcanzó un promedio de 12,6 %, con mayor dispersión relativa, registrando comunas sin presencia electoral (0 %) hasta comunas con 61,2 % de apoyo, como San Gregorio. Esta diferencia sugiere que Chile Grande y Unido tiene una presencia más homogénea en el territorio nacional, mientras que el apoyo republicano se concentra en comunas específicas.
Al examinar la mediana (percentil 50), se observa que la mitad de las comunas otorgó al menos 36,5% de sus votos a Chile Grande y Unido, versus solo 12% para los Republicanos. Más aún, el 25% de las comunas con menor apoyo a Chile Grande y Unido aún le otorgó al menos 27,8%, mientras que ese mismo percentil para los Republicanos fue de apenas 6,5%. Esta asimetría refleja diferentes estrategias territoriales y bases electorales para cada pacto.
Respecto a las variables explicativas, los años de escolaridad promedio son notablemente similares entre hombres y mujeres (10,9 y 11,1 años respectivamente), aunque las mujeres presentan un rango más amplio, con casos extremos de 5,8 a 15,9 años. La brecha de género en empleo es pronunciada y persistente: mientras el 38,4% de los hombres está empleado con cotizaciones en promedio, solo el 28,3% de las mujeres lo está, evidenciando la conocida brecha laboral chilena que se mantiene en todo el territorio.
En cuanto a religión, el 57,2% de la población se identifica como católica y el 18,5% como evangélica en promedio, pero con considerable variación entre comunas. Algunas comunas tienen hasta 80,9% de población católica, Curepto, mientras otras llegan a 62,3% de población evangélica, Arauco. Esta heterogeneidad religiosa territorial permite explorar cómo estos factores culturales se asocian con distintos perfiles de voto político.
Análisis
En las elecciones municipales el pacto Chile Grande y Unido obtuvo el 37% de los votos, siendo su mejor comuna Ollague con un 68% y su peor comuna San Joaquin con el 11%. Cambio por Chile por el otro lado sacó el 17,5%, compitió en menos comunas, siendo su peor comuna Parral con un 38% (dejamos fuera Antartida), y su mejor comuna San Gregorio, con un 0,5%.
Perfil del electorado de Republicanos
Los resultados revelan patrones de género marcadamente diferentes en la votación por el pacto republicano. Las comunas con mayor escolaridad masculina tienden a apoyar más esta opción política: por cada año adicional de escolaridad promedio de los hombres, el apoyo aumenta aproximadamente 2,4 puntos porcentuales. Sin embargo, en el caso de las mujeres, la relación es inversa: mayor educación femenina se asocia con menor apoyo, aunque este efecto es débil y estadísticamente no confiable. Un patrón similar se observa con el empleo: en comunas donde más hombres trabajan, el apoyo republicano tiende a ser mayor (+0,21 puntos porcentuales), mientras que en comunas con mayor empleo femenino, el apoyo disminuye significativamente (-0,42 puntos porcentuales). Esta tendencia diferenciada por genero en la votacion de republicano tambien se observo en la votacion de J.A. Kast en la primera vuelta del 2021. De acuerdo a nuestra estimación, la diferencia de apoyo entre hombres y mujeres en la votación de J.A. Kast en la primera vuelta de 2021 fue de aproximadamente 10 puntos porcentuales a favor de los hombres.
Otro hallazgo destacable es el componente religioso: las comunas con mayor presencia evangélica muestran un apoyo considerablemente más alto al pacto republicano (+0,28 puntos porcentuales por cada punto porcentual adicional de población evangélica), mientras que las comunas con más población católica tienden a apoyarlo menos (-0,12). Estos resultados sugieren que el voto republicano encuentra mayor adhesión en comunas con características más tradicionales en términos de roles de género (donde los hombres tienen más educación y empleo que las mujeres) y con una importante presencia de población evangélica.
Perfil del electorado de Chile Grande y Unido
Los resultados muestran un patrón de género inverso al observado en el pacto republicano. Las comunas con mayor escolaridad femenina tienden a apoyar más esta opción política: por cada año adicional de escolaridad promedio de las mujeres, el apoyo aumenta aproximadamente 4,7 puntos porcentuales. En contraste, la educación masculina no muestra una relación estadísticamente significativa con el apoyo a este pacto. En cuanto al empleo, el patrón es particularmente revelador: en comunas donde más mujeres trabajan, el apoyo a Chile Grande y Unido aumenta significativamente (+0,74 puntos porcentuales), mientras que en comunas con mayor empleo masculino, el apoyo disminuye (-0,99 puntos porcentuales).
El componente religioso también juega un papel importante, pero de manera diferente al pacto republicano: tanto las comunas con mayor presencia católica como evangélica muestran mayor apoyo a este pacto (+1,10 puntos porcentuales por cada punto porcentual adicional de población católica, y +1,12 para evangélicos). Estos resultados sugieren que el voto por Chile Grande y Unido encuentra mayor adhesión en comunas donde las mujeres tienen roles más activos (mayor educación y empleo), y en áreas con fuerte presencia religiosa en general, tanto católica como evangélica, presentando un perfil electoral que combina modernización de roles de género con valores religiosos tradicionales.
Este análisis revela que, aunque ambos pactos pertenecen al espectro de derecha, capturan bases electorales marcadamente diferentes que reflejan dos visiones contrastantes de la sociedad chilena.
Chile Grande y Unido muestra un perfil electoral asociado a la modernización de roles de género combinada con valores religiosos tradicionales. Su apoyo aumenta significativamente en comunas donde las mujeres tienen mayor educación y participación laboral formal, mientras que disminuye donde predomina el empleo masculino. Este pacto logra además atraer tanto a votantes católicos como evangélicos, sugiriendo una capacidad de conciliar apertura hacia la autonomía económica femenina con la religiosidad tradicional.
Por el contrario, Cambio por Chile (Republicanos) encuentra mayor respaldo en comunas con estructuras de género más tradicionales: donde los hombres tienen mayor escolaridad y empleo formal, y donde la participación laboral femenina es menor. Su base electoral tiene además un fuerte componente evangélico, mientras que las comunas católicas tienden a apoyarlo menos. Este patrón coincide con lo observado en la votación de José Antonio Kast en la primera vuelta presidencial de 2021, sugiriendo una continuidad ideológica en su electorado.
La dimensión religiosa merece especial atención. Mientras Chile Grande y Unido logra atraer tanto a comunas católicas como evangélicas, el pacto Republicano muestra una clara asimetría: fuerte apoyo en zonas evangélicas y rechazo en áreas católicas. Esta diferencia podría explicarse por las distintas posturas que cada pacto adopta frente a temas valóricos y el rol que cada tradición religiosa asigna a la participación femenina en la esfera pública.
Es importante enfatizar que estos hallazgos reflejan patrones agregados a nivel comunal y no implican que Cambio por Chile no obtenga votos de mujeres o que Chile Grande y Unido no capte votos masculinos. Lo que revelan es que estos pactos encuentran mayor resonancia en contextos sociodemográficos distintos.
De cara a las elecciones presidenciales y parlamentarias del 16 de noviembre de 2025, será crucial observar si estas tendencias se mantienen o si las campañas logran expandir sus bases electorales más allá de sus nichos naturales. La capacidad de cada candidato para atraer votantes fuera de su perfil tradicional podría ser determinante en una elección donde la derecha compite consigo misma por primera vez con tres candidatos presidenciales fuertes. Asimismo, el contexto del voto obligatorio podría modificar estas dinámicas al incorporar segmentos del electorado históricamente menos participativos, cuyo comportamiento electoral aún es incierto.