El electorado: El giro estructural de 2025
La elección presidencial de 2025 se desarrollará en un escenario completamente distinto al observado en la última década. El retorno del voto obligatorio, sumado a la inscripción automática y la actualización del sistema de asignación de locales, produjo la transformación más profunda en participación desde 1989. El país pasó de un promedio de 7 millones de votantes efectivos a un universo superior a los 13 millones, con tasas de participación sobre el 80 % en todos los procesos desde 2022.
Este cambio no solo implica mayor concurrencia a las urnas, sino también una recomposición del electorado. Por primera vez desde que se instauró el voto voluntario en 2012, el sistema vuelve a incorporar a segmentos históricamente subrepresentados: electores rurales, adultos mayores y votantes con baja politización. Esto tendrá implicancias directas en el comportamiento electoral, reduciendo el peso relativo de nichos ideológicos urbanos y fortaleciendo tendencias territoriales.

Tamaño y distribución del padrón electoral
El padrón electoral 2025 asciende a 15.779.102 personas, de las cuales 15,6 millones votarán en Chile y algo más de 160 mil lo harán desde el extranjero. La Región Metropolitana concentra casi cuatro de cada diez electores (38,9 %), equivalente a la suma de Valparaíso, Biobío y Maule juntos. Las tres regiones más pobladas representan el 58 % del total nacional, mientras que Aysén y Magallanes apenas superan el 1,6 %.
La magnitud del padrón urbano tiene efectos directos en la estrategia de campaña: consolidar la RM resulta indispensable, pero no suficiente, dado el crecimiento de participación en comunas rurales del sur y periferias urbanas que antes tenían altos niveles de abstención.

Composición por edad: Un electorado más envejecido
Los datos etarios revelan una distribución que beneficia a segmentos demográficos tradicionalmente conservadores. Solo el 3,1 % del padrón corresponde a jóvenes de 18–19 años, mientras que los grupos entre 50 y 69 años representan más del 30 %. Si se suma el tramo de 70 años o más, cerca del 44 % de los votantes tiene más de 50 años.
Esta estructura etaria configura un electorado más inclinado hacia órdenes de estabilidad, seguridad y políticas de corte incremental más que transformacional. El peso de estos segmentos se amplifica bajo voto obligatorio, debido a su mayor fidelidad al acto de votar.

Electores extranjeros: Peso urbano y norteño
El padrón extranjero casi se duplicó respecto de 2021, llegando a 885.940 electores. La RM concentra el 65 % de este universo, especialmente en comunas densamente pobladas como Santiago, Independencia y Estación Central. El norte minero —encabezado por Antofagasta— constituye el segundo polo de votantes extranjeros.
Las nacionalidades predominantes son Venezuela, Perú, Colombia, Haití y Bolivia, con crecimientos notables desde 2017. Aunque su peso agregado no altera resultados nacionales, sí puede influir en comunas o distritos donde los márgenes de competencia son estrechos, especialmente en la RM y el norte.


Candidaturas presidenciales: Fragmentación y tres derechas
Ocho nombres competirán en la presidencial 2025, combinando figuras con trayectoria política consolidada y outsiders con fuerte presencia mediática. Destacan José Antonio Kast, Evelyn Matthei, Jeannette Jara y Johannes Kaiser como los polos principales de la discusión pública.
La novedad más significativa es la presencia de tres candidaturas competitivas dentro del mundo de derecha —Kast, Matthei y Kaiser— algo que no ocurría desde 2005. Este fenómeno puede fragmentar la primera vuelta, aunque el voto opositor agregado sigue siendo mayoritario.
Los mercados de predicción (Polymarket, octubre 2025) ofrecen señales relevantes: en primera vuelta, Jara aparece liderando ampliamente; sin embargo, para la proyección del próximo presidente, Kast mantiene la ventaja estructural con casi un 70 % de probabilidad, seguido por Jara y un Kaiser en ascenso.
La elección 2025 se estructura así en torno a dos tensiones simultáneas: una disputa interna en la derecha por la primacía en primera vuelta y una pugna más amplia por capturar al votante no ideologizado que se incorpora mediante el voto obligatorio.
Conclusión
Las primeras tendencias muestran una elección marcada por la expansión del electorado y por una oferta política fragmentada. La recomposición territorial, el envejecimiento del padrón y el crecimiento de votantes extranjeros introducen nuevas incertidumbres. En este escenario, el comportamiento del votante obligado a participar será determinante para definir quién llega competitivo a la segunda vuelta.